BTR#4: Zeta, una vida de lujuria y aguarrás. De Alcorcón al mundo.
De Alicante, pasamos por Nyc, y acabamos en Madrid con Kamikaze, en el anterior episodio de Breaking The Rules. Para este nuevo, nos quedamos allí, concretamente en Alcorcón donde visitamos la historia siguiendo los pasos de Zeta que nos acogió en su estudio en Madrid.
Todas las fotos pertenecen a Zeta. Cómo siempre podéis escuchar el episodio aquí si tenéis Ivoox.
Zeta- Empecé a pintar aproximadamente en el año 85, aunque desde pequeño mi familia potenció mis habilidades plásticas. Recuerdo haber estado en academias y escuelas de pintura locales. En mi adolescencia estuve formándome en la Escuela de Artes aplicadas y Oficios pero eso ya fue tras haber conocido el graffiti. Quizá mis primeras piezas fueron en el 84-85, pero no tengo fotos. Pertenezco a una generación un par de años más joven que los primeros en mi barrio, como Chop y Berrón.
Igual que la mayoría de escritores que pertenecemos a esa época, nos desarrollamos a través de las influencias que nos llegaban de USA, por el break, el hip hop y mis primeros coqueteos con el graffiti tenían que ver con poner el nombre de mi crew por el barrio, fue la primera manera de mostrarme a la comunidad y, empecé a intentar evolucionar rápidamente, más allá del estudio de mi nombre, trabajando en escenas y personajes.
Gracias a juntarme con Rayo, que tenía más o menos mi edad y que se especializó en letras, empezamos a complementarnos y concebir los murales conjuntamente: él con el wildstyle y yo con fondos y personajes. Las primeras piezas no tuvieron mucha relevancia, los personajes eran los típicos en pose de break. Mi grupo local se llamaba Beat Snake, el “Ritmo de la Culebra” y recuerdo haber hecho boceto con una culebra con un kangol.
Mi primera etapa la recuerdo buscando un apodo, así que empecé a escribir Buffalo, luego Pablo 85 e incluso Rocky, imagino que en referencia a la película. En el 85 ya tenía todo mas sentido y había más info. Hacía murales y graffiti con un poco más conciencia y entonces me puse el nombre de “Faze2”.
Durante mucho tiempo con la excusa de pintar un colegio, le vendíamos la moto a los dependientes de la tiendas de repuesto de coches, casi siempre íbamos dos o tres: uno le daba la chapa y los otros se abastecían en las torretas de sprays, porque está claro que con 14-15 años la paga de tu familia no llegaba.
Esa primera pieza es una del “Lobo b-boy” (foto portada), que al menos en Alcorcón marcó un antes y un después, igual teníamos 90 latas pequeñas de Duplicolor. La excusa de pintar el colegio nos servía de coartada para hacernos con ese alijo. Si te fijas, en esos años, el graffiti se caracteriza por ser una locura, no hay ni 20 cms que sean de un mismo color y precisamente por eso, pintura mala, metalizados.. En el graffiti de los 80’ lo que predomina es el caos.
Ya teníamos contacto con gente de Barcelona, con Bzn, y creo que a través de ellos nos enteramos de que Henry Chalfant preparaba el SprayCan Art. Creo recordar que la exposición de Henry Chalfant fue en Enero del 86, pero no sé exactamente cuando hicimos el muro, recuerdo que hacía un frío terrible. Hicimos esa pieza con la intención de que saliera en el libro, de hecho está dedicada a Henry al que aún no conocíamos personalmente. Rayo se fue corriendo a Barcelona con las fotos, pero al final salió una pieza horrible de Checho en un parquecito que ni siquiera era reflejo de los referentes antiguos en Barcelona.
Para mí hubiese sido especial porque de alguna manera era formar parte del imaginario que nos había inundado, y que hacía que estuviésemos como yonquis practicando graffiti. Recuerdo con mucho cariño esa pieza, porque el graffiti en Alcorcón hasta ese momento prácticamente no existía. Había algunas piezas de estilo break dance en callejones y rincones súper escondidos.
En contraposición a cómo nosotros entendíamos el graffiti, como un acto vandálico, ir en contra de la sociedad etc…, ocurría que la propia sociedad no lo entendía como tal, ya que no existía antes, y no estaban ni en contra ni a favor y en este caso de la pieza del lobo, me busqué una coartada: le dije a mi madre que iba al cumpleaños de un amigo, y que me quedaría a dormir…para poder pintar de noche. Y allí que íbamos con las mochilas, en diciembre. Nos pusimos a hacer el mural. Al lado había un bloque. En las terrazas de arriba se oía chistar a una mujer: “Eh niños, niños!” y nosotros nos escondíamos, sabiendo que estábamos haciendo algo mal. Eso pasó unas 3 o 4 veces, y a los 10 minutos, aparece una abuelita. La pobre, veía a unos muchachos haciendo unos dibujos de colores en la pared. Bajó con una manta, nos la puso encima, nos trajo unos colacaos calientes y empezó a echarnos la charla: “Niños, no creéis que deberíais hacerlo por la mañana, que habrá mas luz y no pasaréis frío”.
Hubo un primer intento de huir en cuanto apareció, pero me quedé con la señora. De repente aparecen en escena unas sirenas de policía. La abuelita los llama, y claro yo sin saber qué hacer. El policía dijo exactamente lo mismo que la abuela. Quería ayudarnos a meter los sprays en el coche y acompañarnos a casa. Yo pensando: “¡déjenme ser ilegal!”
De hecho, hicimos el amago de guardar todo y cuando se fueron, continuamos y lo acabamos esa noche. Esa pieza tenía un lobo en la parte izquierda y un “Power”. El muro era largo así que fuimos pintando otras veces, ya de día, en vista del fracaso del acto vandálico.
Por aquél entonces en el 85-86, no había muchas piezas que fueran tan elaboradas, alguna de Chop o Rayo, pero básicamente lo que había eran piezas o tags, mas relacionados con el break dance. Y creo que esa pieza fue relevante porque no se había visto nada así.
Musa- ¿Fue relevante sólo en Alcorcón o llegó más lejos? Porque en esa época no había fanzines.
Z- Se expandió muy rápido, a pesar de que el movimiento era muy local. Habíamos oído hablar de Mast, sabíamos por los grupos de break que había un grupo en Móstoles. Había una rivalidad cuando te contaban por ejemplo de algún mural que se había pintado en El Soto. De manera puntual, José Berrón, uno de los Kappa de Madrid City Breakers, sí que tenía la oportunidad de visitar otros barrios y contarnos qué pasaba, pero básicamente nosotros íbamos a lo nuestro.
M- ¿Tú crees que la rivalidad entre barrios hubiese existido de no haber visto rivalidad en las cosas que nos llegaba de fuera?
Z- Yo creo que no, de hecho, nosotros no lo vivimos así, y es más, en conversaciones con Henry, hablando de muchísimos temas personales, pudo contarme entresijos de lo que le ocurrió durante el rodaje de la peli, sus vivencias personales de los primeros contactos con el graffiti. Lo que ocurrió con CAP, ni siquiera era importante. Si has tenido contacto con los escritores americanos, sabes que al principio pintar trenes era un acto de domingueo. Iban en familia al final de línea e incluso hacían barbacoas, porque entonces no se concebía como un acto vandálico. Henry nos insistía mucho en eso, sobre los 70’ y lo de CAP en NYC, según Henry era algo puntual. Los beefs entre escritores no eran normales, había mucho respeto. Me contó que tachaba a peña para conseguir notoriedad y cuando tomó la determinación de entrevistarle para incluirlo en el documental tuvo un debate interno, porque él quería demostrar diferentes perfiles, diferentes maneras de entender el graffiti pero no tenía claro si se iba a entender qué era un perfil mas o se iba a interpretar como que el graffiti tenía que ver con esa rivalidad. Al principio tuvo sus dudas, y para nada pensó que iba a trascender tanto ni que iba a a generar corrientes de escritores con esa motivación.
En nuestro caso, en algunas de nuestras piezas sí que poníamos la frasecita “a ver si los de Móstoles pueden mejorar esto”. Pero era una rivalidad sana, una rivalidad entre barrios para potenciar el crecimiento, nunca llegamos a las manos, ni tener un problema real.
Es cierto que en nuestro barrio también estaba Gallar, Ags, y que cada uno avanzaba por su lado. Reconozco que sanamente estábamos pendientes de lo que hacía el otro y existía esa dignidad de “mira estos, pues yo soy mejor”, que también hay que pensar que teníamos 15 años.
Ya más adelante en los 90, con el hip hop, la rivalidad del rap, las influencias de NWA, Public Enemy, todo era más combativo, sí que fue más violento, pero al principio era todo más sano.
Y volviendo a esa primera pieza, rápidamente se corrió el rumor y todo el mundo estaba pendiente; transcendió más de lo que nos hubiéramos imaginado nunca. Mucha gente me lo ha dicho, fue como si hubiesen llegado unos marcianos y hubiesen soltado esa bomba. Es cierto que no estaba al mismo nivel que el resto y para nosotros sirvió para afianzarnos en esto, hacer más bocetos y hacer piezas como enfermos.
En esos años, empezamos a viajar y tener contacto con gente de Barcelona, personalmente fue una etapa muy activa, pintar piezas y crecer como escritor. Para mí y mi crew el momento decisivo fue cuando viajamos a París, y tuvimos una relación directa con la escena de otro país.
M-Pero, ¿cómo fue “el nos vamos a París”?
Z- Nuestra vinculación con París viene de que nuestra crew, Chop, Rayo..., ya tenía en general un nivel bastante aceptable. Rayo ese año 86, si mal no recuerdo, veraneaba en Benidorm y allí había una discoteca donde iban muchos escritores de París; ponían la música del momento, Sugar Hill Gang… y vio a unos chavales que bailaban break dance, y entre ellos estaba Nest.
Rayo me contó que flipó cuando vio a esos chicos bailando. Nest habla castellano, y su abuela estaba viviendo en Alicante. Gracias a eso, surgió una amistad, nos intercambiamos las direcciones y si eso fue en el verano del 86, un par de meses después nos llegó un sobre con fotos y la típica carta. Dentro estaban las míticas piezas de Chrome Angelz, Mode 2, Bando, todo lo que estaba en Stalingrad, que no había salido aún el SprayCan Art, así que flipamos.
Yo estaba en 8º de EGB y recuerdo que para fin de curso, para la feria del libro hicimos una actuación de break dance, conseguimos algo de dinero y con alguna cosa más que vendimos fuimos a París con la clase en autobús. Yo ya estaba enganchado al graffiti pero en ese momento el viaje fue con la clase.
M- ¿Y nadie en tu clase pintaba?
Z- No, no, recuerdo que en mi clase estaba Julio, un bboy.. pero me tocó el París turístico y aún así la ciudad ya estaba reventada a tags. Me di cuenta que tenía que volver a esa ciudad para lo que me interesaba a mí. Así que con la excusa de Nest, Rayo y yo reunimos un poco de dinero y fuimos a verle. Fue una ida de olla. A París había llegado antes, y la multiculturalidad era más fuerte. París no tenía nada que ver con España, donde estábamos saliendo de la transición. Aunque nosotros estuviéramos aportando esa nota de color, quedaba mucho por hacer.
Nest, era un personaje activo de la escena, se movía con Jay One, Mode 2. Recuerdo estar en una fiesta en la JABA con Joey Star y la gente de NTM, Dee-Nasty, Afrika Bambaataa, Nina Hagen... claro, algunos de éstos aún no eran personajes famosos y todo era muy normal, pero al ver los books flipábamos. Sin darnos cuenta, aunque yo no me he drogado nunca, me imagino que era como si nos hubiésemos comido un trippy y tenido una visión. Fue un enganche brutal. Al llegar a casa con toda esa información, no es por ser snob, pero cambió nuestra visión y la manera de entender el graffiti...
M- Tu universo se ha expandido…
Z-Creo que los que tuvimos la oportunidad de vivir otras realidades, entendimos que el límite no era local. Eso marca la diferencia de como evolucionas y tu evolución refuerza la escena.
Tuvimos la oportunidad de conocer a Jon, en el 88, recién llegado de USA. Se instaló en París, y supongo que el coqueteo de los artistas americanos supuso un empujón para la escena parisina. La oportunidad de vivir esa experiencia con ellos, famosos por el talento pero que aún no eran famosos, para nosotros fue muy fuerte.
Tuvimos una etapa muy activa desde el 86 al 89, y nuestro siguiente viaje a París fue en diciembre del 88. Por la relación de Nest con los BBC, estuvimos en el estudio que tenían en Hospital Enfemerie, donde estaban Sharp, A-One y Jon que vivía en el estudio. Era nuestra segunda vez en París y queríamos pintar. Imagina que viene Jay y te dice que podemos pintar encima de un mural mítico suyo en Stalingrad. Claro, un mural que tú has ido a fotografiar, con el que flipas..
M- ¡Qué presión!
Z- Fue un poco impresionante. ¿Cómo iba a tachar eso? “Sí, sí, -nos decían- si lo vamos renovando.” El año anterior lo había fotografiado, un mural mítico con un unicornio, unas letras de Jay con un “b.boy que en la mano sujeta una AS”. Pero a él no le importaba. De hecho mucha gente francesa cuando vio que habíamos pintado encima de eso, pensaron: “esta gente de qué va?”. Curiosamente veníamos con el complejo de inferioridad, y en cambio, mucha gente recuerda esa pieza. Nos hicieron sentir como parte de ellos. Eso lo he vivido de manera inversa, porque además mirar a alguien con admiración no significa que no sean personas normales. Vamos que hay amistad y nos trataron de tú a tú.
En esa época de finales de los 80’ hicimos un montón de piezas que la gente considera hitos. Eran la manera en que la gente que no podía viajar viese un graffiti mas evolucionado, con el aprendizaje que trajimos de París. Mucha gente lo recuerda con mucha melancolía porque para ellos supuso algo muy importante.
Yo siempre he concebido el graffiti como algo que tiene que ver con el crecimiento personal y nunca he estado pendiente de beef, pero es cierto que muchas veces sin quererlo, lo generas, en cuanto te vuelves un poco más visible. Hay mucha diferencia entre los escritores activos por el simple hecho de dar qué hablar y los que sólo quieren desarrollarse artísticamente.
Quizá se ha cometido un error a nivel movimiento global, cuando se intenta enfrentar una manera de ver el graffiti a la otra, al final siempre hay momentos en los que existe esa rivalidad, cuando empiezas ese crecimiento, cuando buscas tu camino, pero todas esas visiones pueden convivir, somos personas dinámicas. Incluso, yo empecé haciendo bombing, ilegal, pero llega un momento que...
M- Pero no te dejaban…
Z- Sí, me dejaban, incluso me traían colacaos. (Risas)
Z- Al final uno como persona, a veces tiene épocas con más rabia interna y te sale más hacer ilegal, más adrenalina, pero quizás hay otros momentos de tu vida, en los que estás desarrollando un estilo y lo que quieres es una pared tranquila. Y esas dos maneras conviven, e incluso pueden convivir en uno mismo. Lo que es cierto es que parece que detrás de un término tenga que haber un ejercicio de estilo y ya está. He estado en debates con escritores franceses, alemanes incluso americanos, y he oído cosas del tipo: “si no sales en Style Wars, Subway Art y SprayCan Art no puedes decir que haces graffiti”. Y claro, yo entiendo, si eres un escritor de los 70, y ves que hay gente que hace lo mismo que tú pero que su realidad es distinta, te sientes con la necesidad de decir que no te identificas para nada con lo que hacen esas personas. Pero todo el mundo tiene derecho a hacer lo que quiera.
En otros debates, con escritores muy famosos, de los que no diré los nombres, se cuestionaba el papel de Montana Colors, me preguntaban mi opinión, sobre lo que había aportado al graffiti. Mi visión es positiva, pero ellos estaban en contra, porque para muchos escritores, el handicap de pintar con un Krylon, que es una bomba atómica con algo de pintura, el can control que tienes que tener, determina que eres un buen escritor. Y claro con los botes de baja presión que hay ahora, cualquiera puede pintar.
M- Ya, pero el estilo es el estilo...
Z- Claro, pero aún así, ¿cuál es el puto problema? Lo único inteligente en aquella mesa, lo dijo Dare, que nos calló a todos, hablando sobre la evolución y la melancolía. Todo lo que te lleva a un desarrollo, a un nivel distinto, es un camino que es importante investigar.
M- Pero es que ni siquiera es una obligación.
Z- Claro. ¿Quién va a decirles a Os Gemeos que lo suyo no es graffiti? Y si lo analizas, estéticamente no tiene nada que ver, viven en un país con otro perfil, pero el graffiti es un leguaje global. A veces parece que seamos demasiado dogmáticos y que si no se hace de determinada manera no es válido. Pero bueno, soy un eslabón perdido entre la old school y lo que pasa ahora. Nosotros hemos convivido y entendido de donde venimos y cómo se practicaba, pero no nos hemos desconectado de cómo se vive ahora. Me pasa con muchos escritores que han vivido esa etapa y que vuelven de repente, quieren rédito por ser quienes fueron y no entienden nada. Se quejan de que los chavales de ahora no saben nada... Yo intento ser bastante imparcial, en las entrevistas, contar lo que sé, porque me he informado, pero no lo sé todo, a veces me dejo cosas y se molestan.
Otra cosa importante es que antes teníamos poca información y lo que nos interesaba lo atesorábamos e investigábamos, música, arte... La generación actual no tiene esa necesidad porque tiene toda la info al alcance de la mano. Ahora no hacen ese ejercicio de búsqueda, pero el desarrollo es desarrollo y lo que importa es lo que haces en este momento y que mole.
M-A ver, dejemos el repaso a la escena en general y retomemos el tema. Me habías contado la escena de París, flipasteis allí y al volver pintasteis e implementasteis a vuestro universo nuevas ideas y técnicas. Después de todo esto, Alcorcón se convirtió en la meca, todo el mundo quería ver qué se estaba cociendo allí. Además vinieron escritores de París, y eso ya fue lo más.
Z- Efectivamente. La verdad es que sé, que había ciudades en concreto… como Sevilla, Málaga… donde de esa 1ª oleada que surgió con el break dance, continuaron en activo y despuntaban algunos escritores. Por ejemplo, supimos por el contacto que teníamos en Barcelona, que Futura 2000 había estado allí y había pintado.
Lo que es cierto que al tener la oportunidad de viajar subimos nuestro propio nivel, y el de la ciudad. Llegado un momento, en paralelo con lo que estábamos haciendo varios de nuestra crew, había otros pocos núcleos RSC, Dark, Juez, Jes que le estaban dando muy duro.
Llegó un momento que se fue de las manos, pues tuvimos la oportunidad, al principio de manera ilegal, porque esos muros que hicimos no eran legales, pues todavía existía esa complicidad con la gente que habitaba allí; nos dejaba pintar las paredes.
También en la etapa final de los 80’, en los barrios periféricos, se coqueteó mucho con la heroína, había mucho desempleo… La realidad de esos barrios era muy agreste, así que fuimos los más buenos de los malos. Nosotros éramos esa otra tribu urbana en la que todo era bonito, con nuestros colores, bailábamos en el suelo, hacíamos dibujos y encima nos pusimos de moda en la tele.
En la plaza donde yo vivía pasaba de todo. Recuerdo a los heavies con sus pintas y ellos bailaban con nosotros, todo estaba mezclado.
El hecho de que cada uno por nuestro lado, nosotros, Gallardo, Use.. elevásemos el graffiti a otro nivel hizo que empezamos a expandir nuestro radio de acción y de repente se crearon unos ghettos gigantes de murales y en vez de concebir el graffiti como un hall of fame que se iba renovando, fuimos a la conquista de nuevos muros. Luego ya nos tocó renovar cada año, cuando ya empezaban a escasear las paredes. Eso fue posible porque había un montón de graffiti horrible y sobretodo tags de la etapa del break dance o de los heavies. Me imagino que como no había existido el graffiti antes, el ayuntamiento ni siquiera se planteaba la idea de limpiar.
M- Bueno, también si tenían que lidiar con otros problemas, unos niños que pintan la calle no sería tan grave.
Z- Exacto. Por el hecho de intentar controlar lo que veían, decidieron integrar en septiembre, por las fiestas de Alcorcón, la exhibición de graffiti o de break en algunos barrios. Nosotros, los de nuestra crew, teníamos buena onda con la Concejalía de Juventud, y empezaron a cedernos espacios, a darnos un poco de dinero para comprar pintura o para traer a gente de París. Esto a su vez hizo que vinieran gente de otros sitios, recuerdo a Apa y la gente de Nazion Sur de Málaga, aunque tenían más contacto con Jes y Vampire Warriors. Empezamos a conocer a los que seguían en cada ciudad y el movimiento a nivel nacional empezó a crecer.
Recuerdo también en los 90’, una discoteca que se llamaba Aire, donde trajeron a Snap, Tone Loc, artistas internacionales… ahí es donde conocí a Kami, que vino para pintar una pieza.
Nuestros primeros contactos con la gente de Barcelona fueron con BZN y Sutil, que ya hacía la revista CFC. Sutil nos hablaba de Alex, de la gente de Alicante como Kami, Loco, Tom Rock etc…, aunque no recuerdo haberle conocido en aquel entonces, pero me pasó unas fotos, porque ellos ya habían viajado a Londres, y nos enseñaron las piezas de los escritores de allí, que también tenían nivelazo, Goldie, NonStop, Fade, Cade, me imagino que Pryde, Zack y todos estos de Chrome Angelz.
Ya empezaba a haber un buen circuito de cartas, antes de la etapa en que los fanzines llegaran a nivel nacional y de una manera más fluida a todas partes. Ese era nuestro Facebook: ir a correos.
De manera local, teníamos un montón de muros y estábamos super activos y empezamos a hacer eventos a los que invitábamos a los personajes más relevantes de Alcorcón y si mal no recuerdo, en el 92 fue la primera vez que pintamos con un extranjero, Echo, al que conocimos en uno de los viajes a París. Ese año formamos “Latino Soy” que sirvió para tender ese puente con la gente de París. En el 93 ya invitamos a Mode 2.
M- mi primer viaje a Madrid fue en el 92, en las navidades.. y cuando estuve ya vi los murales de Mode 2...
Z- ¿Si? Espera… Echo vino la primavera del 92 y ese verano vino Mode 2 la primera vez, luego volvió otro año. Sé que ya existían los 1º números de Game Over. Visualizó que nosotros estábamos pintando en los hermanos Laguna, y llegasteis vosotros con unas pintas... Moockie y Kapi parecían de Euskalherriak, llevaban una chupa militar, y el pelo así a lo vasco, a lo melendi y tú con un jersey de cuello alto de lana y cara de niña buena. “ Hola, me llamo María y pinto trenes” y lo que sí que recuerdo que os estabais quedando en Móstoles. Me lo contó Moockie, porque su contacto era Mata, aunque en esa ocasión no os quedasteis con él.
M- No tengo ni idea, de lo único que me acuerdo de ese viaje es de hacerme mi primera pieza a color, un chuscazo increíble y que me daba mucha vergüenza.
Z- Yo ese viaje lo visualizaba como más temprano, pero pudimos datarlo porque encontré una carta de presentación de marzo del 92 de Moockie. Aún no nos conocíamos personalmente. Así que serían las navidades del 92 al 93, porque la pieza del Mode 2 era de septiembre del 92. Primero vino Echo, que pintó en San Pedro el Bautista, hicimos el Chicano soy, en primavera. Moockie ya había estado por su cuenta en Madrid, con Mata y ya había visto las piezas de Mast. Recuerdo que pasasteis la noche vieja con nosotros, luego os fuisteis y a partir de ahí seguimos en contacto. No sé cuando fue el siguiente viaje a Barcelona, puede que fuera el año siguiente, 93.
M- Quiero que me cuentes de las jams de Alcorcón..
Z- Hubo una primera etapa, que fueron muy surrealistas casi sin público y que nadie recuerda, porque éramos muy pocos. Eran las del break dance, y yo era el dj. Quien dice dj ,dice persona que tiene unos cassetes que ha grabado en la radio y cuando se acaba la cinta le da la vuelta. Recuerdo tener mucha habilidad, me lo curraba mucho, porque cuando grababa de la radio, obviamente cortaban la canción con el locutor contando sus mierdas, así volvía a escuchar la emisora todos los días a ver si salía la misma canción y grabar el trozo sin el locutor y luego hacía corta y pega.
Había una revista que se llamaba Súper Pop, que traía, en un número, un kit para editar tus cintas, era una regleta de cortar azulejos, ponías la cinta, la cortabas con un cúter y la pegabas con celo. Muy heavy.
De ahí pasamos a mediados de los 80’ que el nexo seguía siendo el break, y ya poníamos vinilos. A finales de los 80’, principios de los 90’ era cuando el protagonismo lo tenía el graffiti. La etapa en la que empezamos a trabajar con la Concejalía, cuando tuvimos un poco más de recursos y permisos. Gracias a eso, pudimos hacer las jams más sonadas. Recuerdo una con Jay One y Fasim de Barcelona, Jonone. Otra con Mode2. El caso es que por la relación que tuvimos con París, pudimos traer a estos personajes.
Más adelante en el 94, trajimos a Futura, porque coincidió que estaba exponiendo en París. Agnes B hizo una retrospectiva de los principales escritores americanos, A One, Sharp, Jay, Ash, Skki…Para nosotros que viniera Futura, un referente tochísimo, fue una pasada y Echo fue el nexo. En lo romántico, nos hacía mucha ilusión hacer todas estas jams, pero nos sobrepasaban. Esa fue la más grande que hicimos y la última.
Era muy personaje. Fuimos a buscarle al aeropuerto muy ilusionados, y de repente vemos a un señor mayor, con un gorro tipo ruso, montado en una tabla con una mochila gigante a la espalda, patinando por la terminal. Lo peculiar es que no sabía parar, así que se tiraba del patín, pero imagina un señor mayor con una mochila que quizá pesaba 20 kilos. Era muy divertido. Nosotros esperábamos una recepción mas formal. Nos cayó genial. Iba todo el día en su tabla.
M-¿Él era el que cantaba la canción de Mecano, “una rosa es una rosa”? Estábamos desayunando en el hostal. Entraba él cantando la canción y nosotros flipábamos.
Z- Sí, es verdad. En ese viaje también vino Mode2 y se dieron circunstancias muy divertidas. El mismo día del evento les llevamos a comer a un restaurante gallego, para que comieran algo típico, cerca de donde se hacía, en la escuela de música, y recuerdo que nos pusieron una ración de chorizo. Futura, en los manteles de papel, iba haciendo sus espirales con una de las rodajas, pero lo más heavy fue Mode 2 cortando el mantel para llevárselo.
Y en las calles cerca del evento, Futura tirándose contra los coches para parar. Todo muy peculiar.
Obviamente, a parte de los escritores, la música tuvo mucha importancia, actuó CPV, un concierto mítico que mucha gente recuerda. Claro, por la relación que teníamos con la gente de la escena, teníamos a lo mejor de lo mejor de todos los lados. Para mucha gente esas jams era el sitio donde encontrar a los referentes de la escena.
M- Después, ¿quedaba muy destrozada la ciudad?
Z- Bueno, si, un poco.. (risas) También fuimos a alguna jam en Barcelona, en Málaga, en Alicante y esas eran ocasiones de conocer a la gente con la que te habías carteado, la manera de establecer conexiones. La verdad era que siempre que te llegaba la noticia de una jam, sabías que era cita obligada ese año.
A partir del 93 se afianza mucho la relación con la gente de Barna, en concreto contigo, con Moockie y con Kapi. ¿Existía ya Búnker o todavía no?
M- Sí, en Lesseps, la que estaba al lado del parquecito.
Z- Recuerdo que ya habíamos estado anteriormente en Barcelona con la gente de BZN, pero era mas una cosa de maquetas, estudio de grabación. Nos enseñaban su música, pero se quedaba en eso. De hecho no recuerdo haber ido a jams ni tener contacto con el graffiti. Fue más adelante, quizás en el 92 a raíz de conocernos en Madrid. Existía la tienda, la revista e incluso, la relación que ya había con Jordi de Montana.
En paralelo a esto, en Madrid, Tribu Urbana, llevaba desde finales de los 80’, aunque primero fue un puesto del metro Prosperidad; las primeras veces que oí hablar de ella era porque vendían las hebillas. El tipo compraba en Inglaterra y las traía, tenía camisetas de Beastie Boys, y parches de Public Enemy para las chupas vaqueras. Casualmente, Cowboy que era el dj de Jungle Kings, en el 89-90, trabajaba por allí y nos habló de la tienda, aunque nosotros ya habíamos estado en París, en Tikaret y nos habíamos comprado los kangol y toda la parafernalia allí.
Después de esa primera tienda, se abrió una por el metro Tirso De Molina, en la calle Magdalena, yo empecé a trabajar allí, aerografiando durante los meses de verano. Estaba especializada en las tribus urbanas de aquella época y se empezó a interesar en traer productos específicos para público hip hop.
M- ¿Esa no es la que yo visité?
Z- No, fue anterior. Era una tienda bastante grande. Empezaron a traer Ewings, y cosas así. Con el auge de las tribus urbanas en el 90-91 surgió Tiempo Libre que fue el punto de referencia de venta de Felton. En Madrid, el tipo de “merchan" de Triburbana era más de los bboys y raperos cool. Felton se vinculó a lo que llamábamos “Chichotes”. El propietario de Tiempo Libre era el típico señor que está solo por el negocio, no entiende nada y todo le parece maravilloso. Estaba fuera de onda. Así que Felton se asoció a Tiempo Libre y no tuvo una imagen de “keep it real”. Había como esa competencia. Al principio pintábamos con Novelty y Duplicolor, pero me imagino que más adelante ya pintamos con Felton que ya tenía una gama más extensa.
Esa época fue muy prolífica, porque pintamos un montón. Creamos la crew de Acme. Éramos nosotros 5 y me suena que luego entró Nest. Hablando de esto con Moockie llegamos a esa conclusión porque hay un póster central de un Game Over con una ficha técnica del grupo. No recuerdo ni la excusa ni el momento en el que creamos Acme, pero tenía sentido por la amistad, los viajes y lo mucho que pintábamos.
La escena estaba tan asentada a nivel nacional que se hicieron unas jams de otro calado. Las que se hicieron antes del 93, las nuestras y otras, casi siempre eran escena local. La de “Que punto de Fiesta”, quizá fue de las primeras que congregara a gente de nivel nacional, a todos los referentes tanto de música como de graffiti, trajeron también a Skki, Ash de los BBC y otras figuras internacionales. Y luego la del Pueblo Español que para todos fue como wow.
M- Sabes de que me acuerdo de qué Punto de Fiesta, de ver a CPV, todos de negro y tú, ahí de rojo.
Z- Claro, jaja por no extender mucho el podcast, en paralelo al graffiti, estaba haciendo un montón de otras cosas, y eso me sitúa en muchos momentos de la escena. En definitiva, los 90 los recuerdo, de mucho crecimiento y mucho viaje. También pudimos conocer a la gente de Mollet, la PDM. Teníamos el estudio en Alcorcón, un casita baja, en calle San José, y cada mes había 5 o 6 personas. Por ahí pasó todo el mundo. Era el espíritu de aquella época, igual que si te ibas a Málaga, acababas en casa del Apa o alguno de estos y los de Barcelona, con los de Alicante.
M- Cuando veníais, ¿os quedabais en casa de Moockie?
Z- Sí, al principio sí, con sus papis y su habitación de corcho insonorizada que hacía un frío y un calor…
Así de manera romántica y melancólica recuerdo que cuando eras el raro de tu barrio, ibas a dar una vuelta por tu ciudad y veías por la calle a un muchacho con una gorra de Public Enemy le parabas y le decías: “Hola, ¿tú también eres rapero? ¿y dónde vives?” Y esa era la excusa, de la manera más natural y es algo que se extendió luego durante un montón de tiempo. A ti te llegaba una carta de no sé quién de Zaragoza, que no conocías de nada y de la misma manera, tenías la oportunidad de conocer a no sé quien en Benidorm y te abría sus puertas en París, o en Alemania ,etc… eso era un nexo que se daba en cualquier parte del mundo. Era un conexión muy bonita que no sé si se repite a día de hoy.
Recuerdo eso sí una época dorada de fanzines, de fotos, de viajes... quizá si veo que pasa a un segundo plano la escena americana, al menos de los referentes que nosotros teníamos, y empezó a crecer lo que pasaba en Europa, con los Battle of the Year, etc.. Eso le inyectaba energía a la escena.
Retomando el espíritu constructivista, todo aportaba, la sinergia y la energía que se estaba creando con el propio crecimiento de los escritores, y se daba impulso así a la escena. Antes no planificábamos las cosas, ni éramos consciente de las repercusiones, ni siquiera Henry Chalfant.
M- Bueno, me gustaría que nos contases, ¿cómo aprendisteis a pintar?
Z- En mi caso, cuando empecé no había referencias... creo que vi a Break Machine, y quizás algún videoclip de Michael Jackson donde en el fondo había unas firmas. Vivir esa etapa de promocionar el nombre de tu crew, fue el primer contacto con el aerosol, que creo que era tinte de calzado; ese fue nuestro I+d, y nos sirvió para controlar el trazo. Los botes eran hembras, los caps no eran específicos para hacer trazos.
Las primeras piezas serían como mucho firmas. Creo que cuando empezamos a robar aerosoles en las droguerías, Novelty, Duplicolor, vimos que iban mejor, pero de los que robábamos en los puestos de coches, muchos eran metalizados, muy aguados.
Cuando ves los graffiti de la época, son una locura, un intento de dominar el trazo. Luego otra cosa curiosa que ya entendimos cuando llegaron la peli o los libros, es lo de los tamaños. Como sólo habíamos visto las piezas en foto, las piezas de los 80’ son muy chiquititas. Cuando las ves parecen muy limpias pero porque en proporción eran tres veces más grandes que lo que tú hacías. Ves el tren de Dondi y en realidad, hay chorretones y un trazo superdifuminado, por la pinturas que tenían claro: krylon, rust-oleum o americans accents.
Lo intentábamos hacer lo más limpio posible dentro de las posibilidades que te daba el spray. Se daba una sabiduría popular, en base a lo que íbamos experimentando, rajar el agujero del cap, robar caps de laca o de cualquier cosa. Luego cuando tuvimos la oportunidad de ir la primera vez a París, probamos los Sparvar y Buntlack, y conocimos a escritores que tenían más dominio de la técnica. Estábamos en Stalingrad y veíamos piezas de los BBC.
“¿Cómo coño hacen estos trazos?” Al convivir con ellos, supimos qué teníamos que buscar. De hacer las letras de palotes híper básicas, o pompa que ponían break dance o Hip Hop Don’t stop, a ver una pieza de Seen con sus flechas, sus conexiones, fue una ida de olla. Un flash que de pronto desaparece y y una info a la que no puedes acceder. Empiezas a intentar traducir todo aquello, con todas las diferencias que había entre todos los escritores, y al principio tu manera de avanzar es copiar como un lorito: flechas, brillos, sombras, 3d, todo a la vez. Las piezas de los 80 lo tienen todo. En mi pieza del lobo, el personaje tiene brillos hasta en la chaqueta. Igual ves las piezas de DFR o de Fasim y todo es un puto caos, lleno de detalles, brillos...
En París probé Buntlack de Marabú, alemanes, era pintura para modelismo y que también tenían en las tiendas de Madrid pero claro costaban como 5 veces mas. Entonces te comprabas uno, y lo usabas para trazo y la gente flipaba. Ese era nuestro secreto.
Mis primeros personajes tenían una estética más Disney porque había estudiado ilustración y tenían más que ver con eso que con el rollo b-boy. La siguiente vez que fuimos a París si tenían ya ese rollo de bboy de los BBC. Íbamos evolucionando a partir de nuestras referencias.
Por ejemplo mi nombre: de los que os he comentado antes pasé a poner Faze2, sin tener muy claro la referencia al escritor del que no se habla mucho en Guerras de Estilos. Evidentemente, yo no era el único Faze2 del universo, pero no recuerdo el año, a Moockie le llegó una carta de Phase2 diciendo que yo le copiaba el nombre. Claro imagina, “yo soy un muchacho de barrio, me llamo Pablo, ya me hubiera gustado conocer tu trabajo porque hubiera avanzado de una manera más exacta…” En definitiva, este señor se sacó un beef, así que hice una transición a Fazeta. Me gustaba la combinación de letras, con el añadido de tener el referente de mi infancia Mazinger Z. Me gustaba el nombre, la Z es una letra muy poderosa y le puedes sacar mucho estilo. Casi todos los escritores hacemos ese ejercicio de ir probando y cambiando. Desde el 94 en adelante, ya sigo con Zeta.
M-Pablo, esto da para más y vamos a tener que dejarlo aquí.. Continuamos otro día y nos despedimos con una anécdota?
Z- Ok. Barcelona, nos llevaron a pintar una cosa muy rara, no sé si el Metro tenía algo que ver. Chop, Moockie y yo, en una jam de véte a saber dónde. Típica jam, b-boy, graffiteros, la pelea de las 8. Nos contrataron para que pintásemos la discoteca, en esa época andábamos con la coña de “¿Por qué las palomas dicen sí? Lo habíamos puesto en varios muros ya.
Era la típica discoteca, con la música a toda ostía. Estábamos pintando dentro de la barra. Quitaban las bebidas, pintábamos un cacho, las volvían a poner. La disco en marcha, la chica sirviendo, todo muy loco. El dueño, feliz, invitando a bebidas, traía a amigas, muy de las películas de los 90, drogas y rock and roll. Nosotros no nos drogábamos pero bastante teníamos con la pintura, fue una locura y lo que pintamos fue horrible.
Acaba la jam, y el dueño de la disco se ofrece a llevarnos a Barcelona. Como nos habíamos manchado, en la discoteca nos habíamos limpiado con aguarrás. La historia es que al tipo le recuerdo vestido como un pimp, seguro que no era así, pero bueno, rollo Torrente, sórdido... el caso es que nos montamos en un coche lujoso, íbamos atrás Moockie, Chop y yo. Ya en el coche, el señor iba haciendo bromas pesadas, y nos dijo que de camino tenía que parar para que viniera una amiguita; la tenía que llevar a Barcelona. A mitad de trayecto para, y se sube una mujer que parecía la típica prostituta del este, con un abrigo de pieles. Nosotros: entre cortados por la situación y la risa. Seguimos y ellos van hablando, y de repente el señor dice algo así como que huele a aguarrás. Chop y yo asentimos. Moockie estaba en el medio y nos miraba raro. Nosotros no entendíamos nada. De repente pegó un grito y soltó: “Yo no me voy de guarras ni a ningún lado.” Claro, el señor para, y los dos se dan la vuelta y se nos quedan mirando en plan “¿qué estáis diciendo?”. Moockie repitiendo que él no se iba de putas. Estaba dando por hecho que la señora era un prostituta. Imagina sus caras. Pasamos el resto del viaje totalmente callados
M- Moockie y las guarras, así se va a titular el podcast jajaja. Una vida de lujuria. Gracias Zeta y hasta pronto.
Se me olvidaba, cuál sería la banda sonora de Zeta de esos años?
Z- Ésta: